Título original: «Las Políticas de las Naciones Unidas y de los organismos internacionales»
Autores: Leonardo Casco y Martha Lorena Casco (Honduras)
I. INTRODUCCIÓN
En este trabajo, nos limitaremos a un análisis somero de la influencia nefasta que durante los últimos cuarenta y cinco años han tenido ciertas políticas internacionales emanadas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de otros organismos internacionales.
Quedan al margen, por lo tanto, el estudio de las verdaderas causas que originaron tales políticas y las medidas que se podrían tomar para superar dichos desafíos. Aun así, el tema resulta inabarcable por lo extenso y, en consecuencia, únicamente efectuaremos una apretada síntesis de los principales elementos en juego.
Por el cariño y la admiración que le tenemos, deseamos iniciar este trabajo citando unas ideas del pensamiento de nuestro querido amigo y mentor Mons. Michel Schooyans y que aparecen en su magnífico libro «La Cara Oculta de la ONU». (1) En el mismo, el Prof. Schooyans nos da el marco de referencia de este trabajo cuando señala, con toda razón, que «las grandes revoluciones han estallado en contra del poder absoluto, arbitrario y tiránico. Todas se han fraguado en nombre de la dignidad humana, misma que ha sido burlada por las potencias despóticas». De igual manera, dice el mismo autor, «los grandes documentos que declaran los derechos humanos han sido fruto de una concienciación progresiva de la dignidad inalienable de todos los hombres, y pese a ello, han visto la luz a costa de enormes sufrimientos y de un sinfín de lágrimas».
Si bien es cierto no todo fue color de rosa durante la primera mitad del Siglo XX, definitivamente ha sido a partir de los años sesenta donde ciertas estructuras fundamentales de la sociedad, entre ellas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), inician, solapada o descaradamente, una modificación nunca observada de la situación moral, espiritual, política, jurídica y económica imperante hasta entonces en el mundo.
II. LA GUERRA DE LA ONU CONTRA LOS DERECHOS HUMANOS
Cuando las futuras generaciones examinen los acontecimientos ocurridos durante el Siglo XX, definitivamente que surgirán preguntas inquietantes. Frente a los adelantos técnicos y científicos espectaculares que se desarrollaron durante el mismo, también estarán ante sus ojos las atrocidades espeluznantes cometidas por unos y otros en contra de los principales derechos humanos de sus propios contemporáneos.
La historia del Siglo XX estuvo repleta de despotismos de todos los colores imaginables, con un poder absoluto que no tenía que rendir cuentas a nadie. Dictaduras que reinaron con el terror puro, la concentración de todos los poderes, el cinismo y la brutalidad. Regímenes autoritarios ejercidos por un individuo o una minoría obsesionados por su seguridad frente a «enemigos» previamente designados. Con tal de detentar el poder, no tuvieron reparos en utilizar cualquier medio a su alcance ni de recurrir a la violencia cuando fuere necesario. Este totalitarismo dio lugar a un despotismo de un profesionalismo de alto nivel. Los tres primeros totalitarismos del Siglo XX -comunismo, fascismo y nazismo- son ya conocidos por diversos autores como los CLASICOS DE LA PERVERSIDAD.
Al final de esa triple experiencia totalitaria, el mundo pareció entrar en juicio y serenarse. La respuesta a estas interrogantes fue establecida básicamente en el año de 1948 con la DECLARACION UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS Y a nivel del continente americano con la DECLARACION AMERICANA DE LOS DERECHOS Y DEBERES DEL HOMBRE. Para evitar que ocurrieran de nuevo tales atrocidades, maldades y violencias, era preciso reconocer que todos los hombres tenían la misma dignidad, los mismos derechos y que esos derechos debían ser promovidos y protegidos por los Estados signatarios y también por la comunidad internacional. Así quedó claramente definida la responsabilidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en asuntos relacionados con la promoción de los derechos humanos y asimismo su misión de paz y desarrollo.
No obstante lo antes indicado, será igualmente sorprendente para las próximas generaciones comprobar que en algún momento de la historia del siglo pasado -básicamente a partir de los años 1960’s- la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) a instancia de algunos de sus más influyentes Estados miembros, inició un alejamiento gradual y progresivo de la esencia misma de su origen y de la misión que se le había confiado.
Poco a poco, la ONU permitió que los principios fundamentales contenidos en la «Declaración Universal de Derechos Humanos» y otras legislaciones y convenciones particulares que ella misma había inspirado y conceptuado, se fueran reduciendo en sus contenidos básicos y fueran utilizados para sus propios fines por grupos ideológicos perniciosos, llegándose al absurdo de tomar la mencionada Declaración Universal como un «documento de mal gusto y anticuado», revisable según conviniese y abierto hacia una reelaboración de la concepción de los derechos humanos radicalmente distinta de la elaborada en 1948.
Al final de esta nueva ideología despótica y autoritaria, gravemente dañosa y perjudicial, nacieron los supuestos «NUEVOS DERECHOS HUMANOS» Y es por ello que para la ONU y los organismos internacionales que la acompañan en este proceso, llegó el tiempo de negociar y de tomar decisiones valiéndose de una aritmética de intereses particulares y de consensos siempre renegociables. Los «nuevos derechos humanos» ya no tendrán que ser reconocidos como antaño ni ser declarados como tales; ahora se negocian, se imponen, se venden o se compran; son la expresión de la voluntad de los que mandan dentro de la ONU.
De este modo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se convirtió en un ente subversivo de las comunidades nacionales e internacionales, persiguiendo como fin último, desprogramar al hombre para volver a programarlo según las nuevas «luces» que le introdujeron sus actuales mandatarios. Lo dramático es que esta subversión afectó los ámbitos de la vida social y familiar, del derecho y la política, el antropológico y el de la moral de todo ser humano a nivel mundial, convirtiéndose, ni más ni menos, en un nuevo tipo de totalitarismo.(2)
Igualmente, por este camino la ONU se convirtió en un «gobierno de administradores» que han regentado el planeta destruyendo a su paso las legislaciones nacionales que les estorbasen o neutralizando a las discordantes, ésto con la complicidad y participación activa de varios organismos internacionales y de ciertas ONG’S saturadas de recursos y que se han convertido en un fórum permanente para despojar de su derecho propio a las naciones y reduciendo el poder político de éstas a su más mínima expresión. Es la guerra de la ONU y sus «nuevos derechos» contra el Derecho. (3)
Así, quien en algún momento de la historia del Siglo XX fue constituida como el principal instrumento de salvaguarda de los derechos humanos universales, se convirtió en los últimos cuarenta y cinco años en un nuevo miembro del exclusivo club de los Clásicos de la Perversidad.
III. LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES Y DEMÁS PROTAGONISTAS DE UNA «CULTURA DE LA MUERTE»: UN PANORAMA HISTÓRICO
El tiempo en que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) inicia el giro copernicano antes mencionado, coincide no solo con la terminación del Concilio Vaticano 11, sino también con el final de la fase de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial y con el momento en que Europa y Estados Unidos de América habían alcanzado una opulencia hasta entonces desconocida. Es aquí cuando se dejó sentir en el mundo occidental una sensible falta de sentido de la vida a la que la filosofía existencialista, entonces en boga, no era capaz de dar ninguna respuesta. En esta situación, diversas formas de pensamiento se transformaron en un impulso que sedujo irresistiblemente a muchos. (4)
Este es el caldo de cultivo perfecto para el lanzamiento de la mal llamada «pastilla anticonceptiva», para el inicio de la «revolución o liberación sexual» en los Estados Unidos de América que influirá decididamente en la decadencia moral que aún subsiste en las sociedades de los países ricos del mundo y para que el movimiento controlista-abortista de raíces eminentemente racistas iniciara con una rapidez asombrosa los masivos cambios sociales con políticas destructivas en contra de la vida, la familia, las religiones tradicionales y hasta de libertades universalmente reconocidas. Exactamente lo que el Papa Juan Pablo II llegó a denominar la «cultura de la muerte». (5)
Es a partir de la mitad de los años 1960’s que los gobiernos de los países occidentales fueron persuadidos de comenzar a invertir muchísimos millones de dólares en programas de control natal: una nueva y gigantesca industria había nacido. Hoy son miles de miles de personas las empleadas en el mundo entero para diseñar y administrar programas dedicados exclusivamente a reducir el crecimiento de la población, por supuesto, de los países pobres. (6)
Tras el fracaso del programa de ayuda económica norteamericana a Latinoamérica denominado «Alianza para el Progreso» y que fuese promovido por el Presidente John F. Kennedy, su sucesor el Presidente Johnson en el tristemente célebre discurso pronunciado en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dijo que «actuaría sobre el hecho que cinco dólares invertidos en control natal equivalen a cien dólares invertidos en crecimiento económico», lo cual implicó que a partir de ese momento, la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), organismo oficial de ayuda norteamericana, volcara la masa principal de sus recursos a los programas antinatalistas. La guerra contra la población de los países menos desarrollados había sido declarada por los Estados Unidos de América de forma abierta y oficial, y en el propio seno de las Naciones Unidas.(7)
En 1967, se crea el Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en Materia de Población, hoy denominado Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) para ejercer coacción a nivel de gobiernos a fin de que adopten políticas de control natal, aunque ya desde principios de los años 60’s, distintos organismos pertenecientes a la ONU habían comenzado una actividad en forma progresiva a favor de la contracepción. Hoy todas las agencias especializadas de la ONU tienen entre sus objetivos principales, la difusión e implantación del control de la natalidad en los países en vías de desarrollo del mundo.
También a finales de los años sesenta, el Banco Mundial sumado a diversas agencias especializadas de la ONU, algunas ya existentes y otras creadas al efecto (UNFPA, PNUD, UNICEF, OMS y la FAO), se lanzan a las campañas mundiales de control de la natalidad. En el discurso inaugural a la Junta de Gobernadores como nuevo Presidente del Banco Mundial el 30 de Septiembre de 1968, Robert S. McNamara se dirigió en los siguientes términos: «El rápido crecimiento demográfico es una de las mayores barreras que obstaculizan el crecimiento económico y el bienestar social de nuestros Estados miembros».(8)
Paralelamente a las actividades eugenésicas que Margaret Sanger había venido desarrollando desde hace muchísimos años, en el año 1952 surgen dos instituciones que aun actualmente mantienen un papel crucial en las campañas de control natal en nuestros países. La Federación Internacional de Planificación de la Familia (lPPF por sus siglas en inglés) y quién a partir de principios de los años 60’s inicia la fundación de sus filiales en Latinoamérica y en otros países del mundo, convirtiéndose así en la institución anti-vida y anti-familia más grande, mejor financiada y con mayor fuerza a nivel internacional que existe en la actualidad, y el Population Council (Consejo de Población) fundando en Nueva York por John Rockefeller III. Ambas organizaciones se comprometieron a diseñar campañas alarmistas sobre las consecuencias del crecimiento de la población mundial y para presionar a todos los gobiernos a implementar políticas de control natal. (9)
Para ilustrar lo que ha sido desde un inicio la agenda del control natal, basta revisar el memorando que en 1969 Frederick Jaffe, Vice-Presidente de Paternidad Planificada/Población Mundial le envió a Bernard Berelson, Presidente del Population Council, en el cual le enuncia una lista de medidas para reducir la fertilidad en los países menos desarrollados. Berelson utilizó esta lista como base del discurso que dirigió a los participantes en la Conferencia de Población de Dacca en 1969.
Entre las medidas propuestas se indicaban:
- Reestructurar el concepto de familia posponiendo el matrimonio y alterando la imagen de la familia tradicional;
- Impartir educación sexual obligatoria para niños;
- Fomentar la homosexualidad;
- Educar para limitar o reducir el tamaño de la familia;
- Fomentar el trabajo de las mujeres fuera de la casa;
- Imponer impuestos a los matrimonios y parejas con más de dos hijos;
- Eliminar los beneficios por maternidad;
- Dar incentivos para retrasar el matrimonio y por espaciar los hijos;
- Eliminar los beneficios de la seguridad social después del segundo hijo;
- Requerir que las mujeres trabajen y no proveer centros para el cuidado de niños;
- Limitar el uso de fondos públicos para seguridad social, becas, vivienda, préstamos y subsidios para familias con más de cierto número de hijos;
- Imponer el aborto y la estilización obligatoria para todas aquellas mujeres que tuvieran dos hijos;
- Pago de incentivos por parte de los Gobiernos u otras instituciones para fomentar la esterilización, el uso de métodos de contracepción y el aborto;
- Permitir que anticonceptivos sean distribuidos sin receta ni supervisión médica;
- Mejorar la tecnología anticonceptiva; y
- Hacer más accesible todos los métodos anticonceptivos.(10)
A partir del año 1974, las políticas en favor del control natal, de la contracepción, de la esterilización de masas, etc., dejan de ser un asunto de instituciones particulares o de pequeños esfuerzos de algunos gobiernos en sus asuntos internos. La cuestión se politiza al máximo nivel y se internacionaliza, pasando a ser uno de los puntos principales en la política exterior de los Estados Unidos de América y de varios países europeos. Estas políticas comienzan a imponerse en forma compulsiva a los países del denominado Tercer Mundo a través de organismos transnacionales. A partir de esa fecha, los fondos dedicados al control de la natalidad aumentan en forma exponencial hasta alcanzar los niveles actuales. (11)
En los Estados Unidos de América, todo lo anterior se formaliza en el famoso Informe Kissinger, documento que hasta el día de hoy sigue dictando las directrices de la política exterior de los Estados Unidos de América en materia de población en los países menos desarrollados del mundo. En Diciembre de 1974, el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América completa un estudio denominado «Implicaciones del Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de los Estados Unidos de América y sus Intereses de Ultramar». Este documento es también conocido como «Memorandum de Estudio para la Seguridad Nacional N° 200» o NSSM 200 por sus siglas en Inglés. El 26 de Noviembre de 1975, el Presidente Gerald Ford emite el Memorandum de Resolución de Seguridad Nacional 314 (NSDM 314) que adopta todas las recomendaciones políticas del Informe Kissinger como parte esencial de la política exterior norteamericana. (12)
Por esos años se publican tres libros que tuvieron mucha difusión y lograron su fin primordial: confundir rotundamente al mundo, pese a carecer del más elemental rigor científico y de ser absolutamente sensacionalistas. Estos libros fueron utilizados con el fin preciso de difundir las falsas ideas del exceso de la población mundial y la proximidad de un colapso universal, de enormes hambrunas, etc. Paul Ehrlich publica en 1968 «La Bomba Demográfica»; Jay Forrester saca a la luz pública en 1971 «Dinámica Mundial»; y el denominado Club de Roma lanza en 1972 su famoso trabajo «Los Límites del Crecimiento». (13)
Aunque la ONU había organizado en Roma en 1954 y en Belgrado en 1965 dos Conferencias de Población de carácter exclusivamente científico, en 1974 se celebra en Bucarest la Conferencia Mundial de Población pero ahora con un tinte marcadamente político -«una familia pequeña es una familia feliz» fue el slogan- que será el mismo que se imprimirá como pauta en todas las futuras conferencias mundiales y regionales promovidas por la ONU: el control de la natalidad ha de ser una parte fundamental de cualquier programa de desarrollo moderno. (14)
Durante el desarrollo de las últimas conferencias mundiales (Cairo, Pekín, Estambul, Copenhague, etc., incluyendo la Cumbre del Milenio), la ONU en el ejercicio de su totalitarismo ha recurrido a muchas artimañas, entre las que se puede destacar la llamada tiranía del consenso. Así pues, de la manera en que la ONU utiliza actualmente el concepto de «consenso», resulta definitivamente un término ambiguo, puesto que fácilmente se desliza de un significado a otro. El término da a entender falsamente que uno se refiere a proposiciones a cuya verdad se asiente, cuando en realidad se refiere a la adhesión a decisiones cuya relación con la verdad no se toma en cuenta en absoluto. Esta ambigüedad se explota constantemente en los documentos que se emanan del mismo seno de la ONU y de sus agencias especializadas. Esta trampa de la «tiranía del consenso» queda consumada por el papel desmesurado que se le ha asignado, en última instancia, a la «mayoría». Esta trampa semántica permite dar a los derechos humanos de la tradición clásica un uso ideológico, tendente a legitimar Programas de Acción inadmisibles. (15)
En estos últimos años, también se han convertido en gestores de la «cultura de la muerte» varios organismos de Derechos Humanos de la ONU y de la Unión Europea, quiénes junto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH) con sede en Costa Rica con financiación de la USAID, de Noruega y Suecia, y otras organizaciones internacionales contrarios a la vida y la familia, han ejercido presiones enormes para que se apruebe en los países del Tercer Mundo el denominado Protocolo Facultativo de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en Inglés).
Como parte de la campaña mundial para la promoción del control natal, los medios de comunicación social han tenido también su gran cuota de culpabilidad al haberse prestado hasta el día de hoy para difundir y repetir mentiras y falsedades. Igualmente culpables han sido muchas personas, los denominados «cómplices particulares», que a título individual o de grupos han contribuido en la promoción de la «cultura de la muerte», como son: intelectuales y pensadores; profesionales de la salud (especialmente ginecólogos); políticos, jueces y juristas; aquellos que se lucran con la pornografía; los seudo educadores sexuales; y por supuesto, los laboratorios y compañías farmacéuticas quienes han guardado un silencio homicida durante todo este tiempo. (16)
Para completar de alguna manera este mapa de los protagonistas de la «cultura de la muerte», transcribimos lo que a juicio de un conocedor de la materia, como lo es el jurista Dr. Jorge Scala, son hoy en día los más modernos instrumentos del control natal en el mundo, a saber:
- El feminismo radicalizado que se ha implantado en los países del Tercer Mundo;
- El mito del desarrollo sustentable como falaz argumento frente a la realidad que la producción de alimentos y bienes aumenta más rápidamente que el crecimiento poblacional;
- El uso de las políticas de salud reproductiva como base de las operaciones de los tecnócratas del control natal;
- La educación sexual permisiva que se imparte en nuestras escuelas y colegios;
- La propagación del mito del sexo seguro con el fin de fomentar prácticas sexuales irresponsables entre los adolescentes y promover la socialización del preservativo o condón como excusa, entre otros, de la prevención del Sida;
- La reivindicación de los supuestos e inexistentes derechos de los homosexuales y lesbianas; y
- La introducción de la denominada perspectiva de género mediante la cual las mujeres buscan el acceso a la totalidad del poder en una lucha dialéctica contra los hombres. (17)
Este panorama histórico, incompleto por supuesto, nos da no obstante una idea general de quienes y cuales han sido durante los últimos 45 años, los actores y factores primordiales en crear toda una guerra en contra de los derechos humanos fundamentales de millones de seres humanos, habiéndose constituido en una revolución cultural que ha trastocado los fundamentos y las fibras morales, políticas y jurídicas de varias generaciones, quizás, para siempre.
IV. CONSIDERACIONES FINALES
La «Declaración Universal de Derechos Humanos» definitivamente se enmarca dentro de la tradición liberal y la noción de ley natural de derechos humanos, y se refiere a derechos del que todo ser humano es titular, independientemente de todo derecho positivo determinado por leyes emitidas por hombres y de cualquier acuerdo social o decisión gubernamental. Estos derechos son esenciales e inalienables y no deberían, por lo tanto, ser interpretados, establecidos ni alterados al antojo de personas o grupos arbitrarios. Hablar de derechos humanos es aceptar que existen derechos naturales perennes y firmes que pertenecen a todo ser humano, simple y sencillamente porque se trata de un ser humano.
No obstante todo lo dicho anteriormente, hoy en día existe una amplia literatura y experiencia que constata con horror como se está minando la esencia misma de dichos derechos por parte de la misma ONU y de varios organismos internacionales, derechos que fueron proclamados en su oportunidad de manera perennes e inalienables.
Según el jurista argentino Dr. Jorge Scala, el giro copernicano operado en la cultura occidental en general y en la ONU y en los organismos internacionales en particular, se debe a que «cuando una persona niega la realidad objetiva de la naturaleza humana, se transforma automáticamente en un manipulador a través de la violencia. Y esto porque si los seres humanos no tenemos una realidad objetiva, somos como una masa informe y sin valor alguno; el valor de esa masa informe le será dado por aquel que la manipule -utilizando para ello la violencia- y le dé una forma concreta. Si no se admite una naturaleza humana objetiva, cualquiera puede transformarse en un «agente del cambio social» a través de la manipulación violenta de los seres humanos ( … ). Por ello llama «fundamentalista y oscurantista» a todo aquel que reconoce una naturaleza humana objetiva, ya que con esa idea impediría el progreso de la humanidad. Esto explica, además, la virtual imposibilidad de cualquier diálogo con estas personas».
Hasta donde un gobierno aún descansa sobre los fundamentos de una verdadera democracia, puede ser medido por el respeto que tenga o no a los derechos humanos fundamentales universalmente reconocidos. La vigilancia sobre éstos derechos humanos debería ser el primero de los deberes de todo político, congresista o parlamentario, juez o abogado, porque cuando no se ejerce, la experiencia nos indica que cualquier democracia puede degenerar en una tiranía de unas supuestas mayorías nacionales, o bien podría corromperse por la influencia de gobiernos u organismos foráneos, lo que equivaldría a una tiranía de una minoría. Ambas formas de tiranía son nefastas y constituyen el peligro más grande para cualquier democracia.
Si la pretensión de pertenecer o no a la sociedad humana, de nacer o no, de ser libre o no, quedara al juicio de una minoría, se estaría suprimiendo absolutamente la idea misma de derechos humanos, ya que éstos presuponen que todo hombre o mujer, por el mero hecho de ser hombre o mujer, puede hacer valer sus derechos frente a otros. Por ello es esencial reconocer que para ser titular del derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad y a cualquier otro de los consagrados en la «Declaración Universal de Derechos Humanos», basta con pertenecer a la especie homo sapiens, ya que de otro modo esos derechos quedarían en manos de la votación de nuestros legisladores o de lo que convenga o no a un político, o de la opinión dominante de individuos o grupos arbitrarios.
En definitiva, en el contexto de la «Declaración Universal de Derechos Humanos» el respeto del derecho a la vida y de los demás derechos humanos allí consagrados es lo fundamental, dado que ese mismo documento reconoce los derechos que proclama, no los otorga, pues éstos son inherentes a la persona humana y a su dignidad. (18)
V. CONCLUSIÓN
Es evidente que los protagonistas de la cultura de la muerte han sido unos maestros en el uso del engaño, de la mentira, de la manipulación de estadísticas y datos falsos para confundir a la opinión pública, a los gobernantes, a los políticos, a los parlamentarios, a los juristas y a los jueces. Una vez que este monstruo fue creado, se utilizó y se continúa usando de manera magistral para confundir y engañar al mundo entero y trastocar todo el ordenamiento político y jurídico en general.
Es así como por una pendiente resbaladiza se fue introduciendo la degradación moral en nuestras culturas y sociedades, luego la contracepción, la despenalización del aborto, etc., para llegar ahora a una «zona sin fronteras» entre la antropología, la ética, la ciencia y la técnica, donde estamos observando desde la legalización de los matrimonios homosexuales y la eutanasia, el reparto indiscriminado e irresponsable de la píldora del día siguiente bajo el eufemismo de «anticoncepción de emergencia, etc., hasta la manipulación de embriones y fetos humanos como coronación del más absoluto irrespeto del derecho a la vida y la dignidad de la procreación humana.
Esta pendiente resbaladiza ha logrado que a través de los años la familia haya quedado vaciada de su contenido cultural, moral y espiritual, y al deteriorarse la familia se han deteriorado igualmente las sociedades y las naciones. Cada vez son más las familias que se desintegran o nunca llegan a formarse; los matrimonios disminuyen alarmantemente y somos testigos de una epidemia de matrimonios que terminan en fracaso; y el debilitamiento de la familia ha traído como consecuencia que exista hoy en día mayor promiscuidad sexual entre los jóvenes, lo que ha causado un incremento importante en el número de embarazos de adolescentes y en el contagio de enfermedades de transmisión sexual.
Aparte de la institución familiar en particular y de la sociedad en general, la gran perdedora en todo este proceso ha sido la mujer. Así, la desintegración familiar provocada por la planificación familiar y el control natal ha incrementado sin lugar a dudas los índices de pobreza infantil, de delincuencia juvenil y de abuso de menores, siendo también responsable del bajo rendimiento académico, de adicciones y problemas de salud en nuestros niños y niñas con un costo enorme para la sociedad y el Estado. Cada día una inmensa cantidad de niños entran a formar parte del grupo denominado -niños huérfanos de padres vivos- quienes pasarán la mitad de su niñez sin su padre biológico.
Frente a este panorama de desmoronamiento social, se hace impostergable que quienes dirigen nuestros gobiernos y aquellos que nos representan en la ONU y en los organismos internacionales, asuman una postura valiente y férrea en defensa de la vida y la familia, así como de los otros derechos humanos universalmente reconocidos. Estos temas ¡NO SON NEGOCIABLES!
Por consiguiente, urge constituir el concepto de PERSPECTIVA DE FAMILIA como una herramienta de análisis y de abordaje desde las diversas estructuras de la sociedad civil, política y económica de cada uno de nuestros países, así como también dentro de los programas, políticas y acciones promovidos por la ONU y los organismos internacionales, para propiciar un verdadero cambio y un estable «estado de derecho» y así poder caminar hacia una sociedad más justa y equitativa.
REFERENCIAS
- Prof. Michel Schooyans – «La Cara Oculta de la ONU», Ed. Diana, pág. XI.
- Ibídem – páginas XII-XVII.
- Ibídem – página 56.
- Cardo Joseph Ratzinger – «Informe sobre la Fe», BAC Popular, página 197.
- Dr. Jorge Scala – «IPPF/La Internacional de la Muerte», Promesa, Introd.
- Robert Whelan – «Whose Choice: Population Controllers’ or Yours?, Committee on Population and the Economy, pág. 1.
- Dr.Jorge Scala – «IPPF/La Multinacional de la Muerte», Promesa, pág. 19.
- Ibidem, página 20.
- Robert Whelan – «Whose Choice: Population ?, página 3.
- Ibidem, páginas 5,54 Y 55.
- Dr. Jorge Scala – «IPPF/ La Multinacional de la Muerte», pág. 23.
- Robert Whelan – «Whose Choice: Population ?, página 7.
- Dr. Jorge Scala – «IPPF/La Multinacional de la Muerte», páginas 20 y 241.
- Ibidem, páginas 20,27 Y 29.
- Prof. Michel Schooyans – «La Cara Oculta de la ONU», página 23.
- Dr. Jorge Scala – «IPPF/La Internacional de la Muerte», páginas 255-267.
- Ibidem, páginas 187 y 188.
- Abogado Leonardo Casco Fortín – «Los Derechos Humanos Universales y los Pretendidos Nuevos Derechos», Buenos Aires, Argentina, 1999.
Fuente: Organización VI EMF (México, 15 de enero de 2009)